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“Quiero agradecer mucho a la vida, a las personas, y al amor que nos han dado”

La nota más esperada: a poco más de seis meses del accidente, Eduardo Heguy habla de la casi milagrosa y fantástica evolución de su hijo Pedro



Así comenzó la charla con el Eduardo Heguy.


“Ruso, te conozco hace 25 años o más. Te he hecho muchísimas notas. Pero esta es especial. Hace mucho quería hacerte esta nota, pero sentía que no era el momento. Ahora, creo, es el momento. ¿Es así?”


Con voz pausada y serena, Eduardo Heguy contestó.


“Es el momento. Todavía falta un poquito, pero es impresionante la evolución que ha tenido Pedro. Fueron cosas muy duras que nos tocaron vivir a todos como familia. Nadie está preparado para que le pasé esto a un hijo. Fue durísimo desde el día uno. Todas las etapas que fuimos llevando, los cambios, los riesgos que tuvimos que asumir. Lo que Pedro tuvo que luchar. La ayuda de la tecnología más la fuerza de la oración, la familia, el apoyo de la gente y el cariño, hicieron todo esto posible. Y los médicos, que son unos monstruos. Ahora, con la pandemia, uno piensa más en ellos porque nuestra vida está en sus manos. En este caso, no solamente en la pandemia, con Pedro, lo vivimos más fuerte que nunca”.


Soy Carlos Beer. Trabajo como periodista desde mediados de los 90. Y cubriendo polo lo hice en La Prensa, El Gráfico, La Nacion y desde 2012 en CLICKPOLO. De las miles de notas que realicé, esta es de las más especiales. Todos sabemos lo que pasó: el tremendo accidente de Pedro Heguy en febrero, y la recuperación, casi milagrosa, día a día, hora a hora, minuto a minuto.


Seis meses después, esta es la charla con el Ruso.

“Fuimos viviendo el día a día. Una enseñanza que nos dio esto es que no podés proyectar mucho. La vida en un segundo te cambia, te ordena. Todos los sueños y proyectos que uno va teniendo no están en nuestras manos. Uno puede soñar pero tiene que disfrutar el momento que a uno le toca vivir. No pensábamos en agosto. Soñábamos con tenerlo a Pedro para su cumpleaños, el 28 de octubre. Tenerlo con nosotros. No sabíamos al principio ni cómo y si lo íbamos a tener y cómo iba a llegar. Hoy, a mitad de agosto, pasando 6 meses desde su accidente, su recuperación ha sido impresionante. Que ya esté volviendo al colegio esta semana, pocas horas, dos por día, pero superando otra etapa, su evolución, es milagroso. Es impresionante.


“La ayuda de la tecnología más la fuerza de la oración, la familia, el apoyo de la gente y el cariño, hicieron todo esto posible. Y los médicos, que son unos monstruos”

-¿Pensaste alguna vez en ese día del accidente, en que habría pasado si algo hubiese sido distinto?

-Y si no le pasaba la pelota yo… Y si no hubiese jugado esa yegua. Y si tantas cosas que nos acordamos de ese día. Desde que amanecimos y desayunamos juntos. A él le tocó ser campanero en el primer partido en Chapaleufú, a la mañana. Cuando pasó el accidente yo me fijé el reloj para saber cuánto tiempo después iba a estar dormido. Eran las 12.25. Mil veces me planteé si era demasiado rápido ponerlos a los chicos a jugar con los grandes, si la ambulancia que debería haber estado en el club debía estar algo más equipada, si la infraestructura que tenemos en el pueblo Intendente Alvear que es precaria. Muchísimas cosas que después pasan por la cabeza. Pero muchas veces eso no está en nuestras manos, es el destino. Que uno lo puede ayudar, pero el de arriba es el que dicta todo.


-Sos muy creyente. ¿Esto te hizo más creyente todavía?

-Soy creyente, pero soy un creyente vago. Soy de agradecer y más ahora que nunca. Agradecer todas las noches con Pedro y pedir por los que lo acompañaron en su internación. Pedir por la gente que ahora la está pasando mal, gente conocida que día a día uno se va enterando. También agradecer. Esto también es agradecer mucho a la vida, a las personas, y al amor que nos han dado.


“Hay que tratar de mejorar las reglas, mejorar el equipamiento que tenemos, que es bastante precario para el deporte que hacemos. Estamos tratando de mejorar la tecnología para tener menos riesgos en las caídas”

El día llegó para Pedro Heguy: volver al colegio seis meses después, y no por la pandemia...


-Después que pasó lo de Pedro, la AAP decidió poner un límite de edad para que los chicos jueguen con mayores. ¿Qué opinás?

-Anteriormente, no solamente con lo de Pedro, se pusieron reglas para que los jugadores tengan que tener cierta edad o hándicap, o que los que van jugando con los grandes después no puedan jugar con los chicos. Es un aprendizaje continuo, de parte de la AAP, de parte de los padres, que nunca terminamos de aprender, porque ser padres es un título que nos dieron sin haber estudiado esa carrera. Uno trata de hacer lo mejor posible, pero siempre va aprendiendo. En otro deporte, nos pasa lo mismo, tratando de mejorar los cascos. Pasaron varios accidentes. Muchísimos. Hay que tratar de mejorar las reglas, mejorar el equipamiento que tenemos, que es bastante precario para el deporte que hacemos. Estamos tratando de mejorar la tecnología para tener menos riesgos en las caídas.

-Algún día Pedro tal vez quiera volver a montar y hasta a jugar. ¿Qué pensás de eso?

-Él estaba despierto, pero no realmente. La etapa del Austral no se la acuerda, la del Fleni muy poquito. Son dos meses y pico que estuvo desde su accidente que se le borró todo. Estaba despierto, no estaba conectado. Cuando empezó a conectar, su zanahoria es "cuándo me voy a poder subir al caballo".


“Todavía no lloré. No me pude terminar de aflojar del todo. A veces lo pienso, qué día va a ser el que me relajé del todo. Uno se arma una coraza, porque vive para el otro, para Pedro”.

Él ya sabe hasta qué caballo va a ser el primero que se va a poder subir. El ya está soñando ese día, esperando. Es su zanahoria: va a tratar de ponerse bien físicamente y todo eso, con los tiempos que le vamos poniendo nosotros. Sabe que no es esta temporada, que quizás es en La Pampa en el verano. Es un momento que seguramente vaya a llegar. Pero nosotros al contrario, en lugar de forzarlo lo estamos tratando de dilatarlo el mayor tiempo posible.

No es lo más importante para mí. Su vuelta al colegio me produce mucha más alegría que verlo arriba de un caballo. Jugar y abrazarse con sus primos y amigos, que ahora puede de vuelta interactuar. Verse con sus primos o la visita a La Pampa y el abrazo con sus abuelos. Esas cosas me llenan mucho más que verlo arriba de un caballo.


“Hoy disfrutamos tenerlo con nosotros en cada momento. Verlo sonreír, abrazarlo, estar con él acompañándolo”

-¿El ya sabe que caballo será?

-Sueña con el caballo El Impostor. Es uno que jugaba él, un macho medio petiso, medio jetón, medio duro de boca, pero muy manso. Le dijimos que ese iba a ser su caballo, que no puede ser un caballo ni muy rápido ni muy ágil. Porque seguramente cuando se suba, por más que esté entrenado y sea muy chico, le va a faltar fuerza en las piernas por la inactividad.

Vamos viendo el día a día. Sabemos que quizás un día va a pasar y a va a querer volver a subirse a un caballo. Pero no nos ponemos en la cabeza ese día. Hoy disfrutamos tenerlo con nosotros en cada momento. Verlo sonreír, abrazarlo, estar con él acompañándolo. Eso estamos disfrutando, no estamos pensando en mucho más adelante. Todavía sigue con terapias. Si uno se empieza a imaginar lo que va a ser, deja de disfrutar lo que está viviendo en el presente. Esa es una de las cosas que más me está quedando. Disfrutar el hoy.

El feliz 1 de mayo en que Pedro retornó a su casa al cabo de 85 días y volvió a ver a sus hermanos, junto a sus papás, Paz Manau y Eduardo Heguy.


-Seguramente tenés miles de agradecimientos. ¿Alguna historia en especial para contar?

-Quiero agradecer al primero que lo trató, que es un médico que estaba en Santa Rosa: Pablo Villanueva. Tuvo una historia muy particular, era muy creyente, muy religioso, casi que fue cura. Es salteño. Sus padres, por trabajo, cuando era muy chico, fueron al sur de La Pampa, donde nació una hermana de él y falleció a los dos años. Él se fue, estudió y la vida lo volvió a traer a Santa Rosa. Pedro fue su último paciente. Después de eso él sintió que cumplió su misión, una etapa. Dice que fue solamente un momento de Dios, de poder haberlo salvado a Pedro. La primera noche, con Paz (al mujer de Eduardo y madre de Pedro), estábamos durmiendo en el coche en el estacionamiento del Hospital. A las 4 de la mañana el decidió que debía emplaquetarlo porque sino la presión del cerebro no iba a aguantar, era algo urgente. Vino al estacionamiento y nis golpeó el vidrio del auto. Nos preguntó si queríamos verlo. Quedamos en contacto con él. Ahora está en Ushuaia, se fue a Tierra del Fuego, y sigue allá con su profesión. También a los terapeutas del Austral. A la gente del Austral le tenemos un agradecimiento eterno, porque fueron como ángeles. Fueron momentos muy duros para nosotros, pero nos sentimos muy bien y acompañados, con una calidez humana que te ayuda a llevar esos momentos tan duros.


“Si uno se empieza a imaginar lo que va a ser, deja de disfrutar lo que está viviendo en el presente. Esa es una de las cosas que más me está quedando. Disfrutar el hoy”.

-Se te vio muy fuerte durante todo el proceso y hasta dándole fuerza a la gente con los videos que hacías. ¿Lloraste en algún momento?

-Todavía no lloré. No me pude terminar de aflojar del todo. A veces lo pienso, qué día va a ser el que me relajé del todo. Uno se arma una coraza, porque vive para el otro, para Pedro. Por suerte somos una familia muy unida, eso nos ayudó. Mis hermanos, padres, primos, cuñados, amigos… Pero todavía no he llegado a aflojarme del todo. Me empezaron a entrar las balas de todos estos seis meses de estar pendiente de ver el monitor y la presión, la saturación, el ritmo cardíaco. Pero todavía no llegué a relajarme del todo. Siempre le fui sacando fotos a Pedro, desde el minuto uno, y las tengo en el teléfono y en el Ipod. Pedro repasó su historia viendo esas fotos. Es raro, porque él las mira y él no las pidió, pero está bueno que él sepa realmente cómo fue su historia, su evolución. Que se entere de todo el amor que nos dio la gente, el agradecimiento, el poder de la oración. Lo importante que son la familia y los amigos. Ojalá un día se pueda devolver el agradecimiento a todo lo que nos han dado.


“Quiero que Pedro se entere de todo el amor que nos dio la gente, el agradecimiento, el poder de la oración. Lo importante que son la familia y los amigos. Ojalá un día se pueda devolver el agradecimiento a todo lo que nos han dado”

-¿Algo más?

-Gracias a la gente que nos mandó tanto cariño, tanto amor. No solamente de nuestra provincia y nuestro pueblo, sino de todo el mundo del polo, de acá y de afuera. Mucha gente que no nos conocía y fue buenísimo. Un agradecimiento eterno.


 

El debut internacional de Cruz


La vida cambió por completo los planes de Eduardo Heguy. Uno de sus grandes objetivos en este 2021 era estar con su hijo mayor, Cruz, en su debut en el Alto Hándicap internacional, en Inglaterra y España.


“Estaba planeado que íbamos a ir a acompañarlo. Cruz pudo viajar, pudo estar contenido por la familia Castagnola, Barto y Jeta, que son unos monstruos. Con su amistad y calidez le hicieron hacer una temporada mucho más llevadera, bajo las circunstancias que Cruz estaba teniendo y con la alegría de haber llegado al momento de poder debutar en los primeros planos. Después tuvimos la suerte de que Pepe con su familia viajara para allá, y después Nachi. Al ser muy unidos, él se sentía muy acompañado”, comenzó contando el Ruso.

En cuanto a su nivel, comentó: “Siempre se aprende más de la derrota que de la victoria, y su experiencia en esta temporada es enorme. Haber jugado con Terre, con Barto, y después ahora estar con Sapo, aprender de las organizaciones, codearse jugando contra los mejores del mundo, es espectacular”.


-Después de lo que pasó con Pedro, ¿te ponés nervioso viendo a Cruz?

-No me pone nervioso. Me hacen enojar a veces cuando juegan mal. Tuvo una caída en la Copa de Oro, pero cuando vi que movía los pies me calmé. Después le dije: “La próxima vez por lo menos levanta la mano, porque tu madre y tus abuelos están mirando. Hace un signo de que estás bien”. Lo reté un poquito ahí. Pero no me pongo nervioso por los resultados, si gana o no, sino de la forma en la que juega. Quiero que aprenda, que juegue muy buen polo y que no repita los errores. Que vaya aprendiendo.





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